El último Informe Mundial sobre la Visión indica que, al menos, 2,200 millones de personas padecen alguna deficiencia visual.
“Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, salud y bienestar”, señala la Declaración Universal de Derechos Humanos. De este modo, no solo se concibe a la salud como una prioridad, sino que se compromete a los Estados a velar por una cobertura sanitaria universal. Según la ONU, esta debería ser una de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que se quieren cumplir para el 2030. Sin embargo, a tan solo ocho años, aún hay grandes retos por enfrentar.
De acuerdo con la OMS, casi la mitad de la población mundial carece de acceso a los servicios de salud básicos; además, hay un déficit de infraestructura equivalente a 415,000 hospitales. Tan solo en América, la Organización Panamericana de la Salud reporta que el 29.3% de habitantes no buscó atención médica cuando la requirió. Los motivos iban desde las barreras geográficas y lingüísticas hasta las infinitas colas y los engorrosos trámites para que un paciente sea tratado.
Estas limitaciones ocasionan un deterioro en la calidad de vida, imposibilitando, inclusive, uno de los sentidos básicos, como es la vista. El último Informe Mundial sobre la Visión indica que, al menos, 2,200 millones de personas padecen alguna deficiencia visual. De estas, 11.9 millones pueden presentar casos moderados, graves o ceguera, a causa del glaucoma, retinopatía diabética o tracoma. El costo estimado para prevenir estas afecciones sería de 32,100 millones de dólares.
A pesar de todas las estimaciones, es incalculable cómo la falta de un sentido clave puede menoscabar el desarrollo de actividades cotidianas, impactando en la productividad de la región, pues frena el aprendizaje y la competitividad laboral. Frente a ello, los desafíos van más allá de la gestión transparente del sector salud. Una formación de calidad también será clave.
En el Perú, de las 38 universidades que enseñan el pregrado de Medicina, solo ocho han obtenido el licenciamiento en este programa. Por otro lado, especializar a los egresados supone otro gran reto, debido al escaso número de vacantes. Por ejemplo, para Oftalmología, según el Concurso de Residentado Médico del 2021, solo había 39 plazas. Además, a diferencia de países vecinos –como Brasil, Chile o Colombia–, hacen falta hospitales universitarios, donde los centros de salud son supervisados por facultades de medicina. Todo ello para una mejor formación profesional.
Los retos para la salud, en Latinoamérica, no solo se basan en la construcción de más hospitales, también dependen de la inversión en prevención de patologías y de la capacitación adecuada del personal. Al cerrar estas brechas, mejorará la calidad de atención hacia futuros pacientes, con lo cual aseguraremos salvar más vidas.
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Fuente: El Peruano