Es el tejido del ojo más demandado por la población a nivel nacional, según el Minsa.
La córnea es un tejido transparente que nos permite ver con claridad. Cuando hay un problema en esta, se presenta opacidad en la visión. Esto puede ser causado por infecciones, lesiones, inflamaciones, alteraciones estructurales o motivos genéticos. Un trasplante de córnea (queratoplastia) permitirá restaurar la vista y, en ciertos casos, reducir los dolores en los ojos que pueden producir algunas enfermedades.
Para realizar un trasplante, es muy importante saber en cuál de las cinco capas de la córnea se halla el problema y hacer una evaluación integral del ojo, pues esto determinará cuál de los tres tipos de queratoplastia se requiere. Así, se puede mantener la mayor cantidad de córnea propia del paciente, lo que favorecerá a una recuperación más rápida.
Si bien este tipo de trasplantes no son altamente riesgosos, mientras menos capas se requiera implantar, las probabilidades de éxito serán mayores. Según la Asociación Americana de Oftalmología (AAO), en trasplantes penetrantes o de grosor total, un rechazo puede ocurrir hasta en 3 de 10 personas.
“En el trasplante penetrante, se cambian todas las capas. En el lamelar anterior (DALK), se operan por completo las dos primeras capas, en tanto la tercera ―que equivale al 90% del grosor de la córnea― solo se reemplaza parcialmente. En el caso del lamelar posterior (DMEK), se trasplanta solamente la capa endotelial, dejando el 98% de la córnea del paciente intacta”, señala el Dr. Rubén Berrospi Salcedo, especialista de Oftálmica Clínica de la Visión, centro caracterizado por su ética, precisión y trato humano.
El oftalmólogo también enfatiza que, en el trasplante lamelar posterior, el rechazo puede ocurrir en menos del 1% de pacientes; y, en el lamelar anterior, el porcentaje sería muy similar a los penetrantes. Algunos síntomas de que el cuerpo no ha aceptado el tejido serán, principalmente, fotofobia (molestias con la luz), disminución de la agudeza visual y cierto grado de inflamación, lo cual produce dolor y enrojecimiento.
Recuperación de la visión sería progresiva
El proceso desinflamatorio postoperatorio dependerá del tipo de cirugía realizada. “En el caso de una queratoplastia penetrante y una DALK, la rehabilitación total puede darse en el lapso de seis meses a un año. En la DMEK, la recuperación es mucho más rápida. En dos semanas, ya debería mejorar la calidad visual”, añade el Dr. Berrospi.
Además, todo trasplante implicará la aparición de un error refractivo, como son la miopía, hipermetropía o astigmatismo. “El astigmatismo es producto de las suturas que se requieren al trasplantar las capas anteriores o la totalidad de la córnea, para asegurar la adhesión del tejido; la hipermetropía y la miopía, de qué tan plana o curva queda la córnea luego del procedimiento. Lo que se busca es devolver la transparencia corneal, independientemente de que se generen defectos refractivos, ya que estos se podrán ir corrigiendo más adelante con el uso de lentes de contacto o, si es necesario, de cirugías”, indica el especialista de Oftálmica Clínica de la Visión.
Procesos de donación son seguros
Para asegurar que no haya ninguna enfermedad transmisible de forma sanguínea, estos procedimientos están regulados por el Ministerio de Salud, por lo que todo donador pasa por estrictos controles.
Por otro lado, si el tejido no es extraído de un donante cadavérico en las siguientes 12 horas después del fallecimiento, este se dañará. Por eso, durante este tiempo, se deberá conservar el cuerpo en una cámara refrigerada; un técnico capacitado tendrá que retirar el tejido corneal, almacenarlo en los líquidos apropiados y llevarlo a un banco de ojos para que sea enfrascado y limpiado. Para realizar este proceso, la familia ―y el paciente en vida― deberán estar de acuerdo con donar el tejido para ayudar a otra persona a volver a ver.
Innovaciones en los trasplantes de córnea
En la queratoplastia lamelar posterior, uno de los pasos más difíciles es identificar la correcta orientación del tejido a colocar, pues se puede desplazar o girar durante la inserción. Ante ello, el Dr. Berrospi ha identificado una técnica no invasiva denominada “Signo de Berrospi”, la cual brinda una confirmación efectiva y rápida de la adecuada posición del tejido. Este paso será importante para asegurar el éxito de la intervención. Asimismo, al ser una técnica no invasiva, evita generar algún trauma o lesión en el endotelio, pues no introduce instrumentos en la visión.
Fuente: Perú 21