Con más de 50 años de experiencia en la especialidad de oftalmología, Carlos Siverio Zaffirio, fundador del primer Banco de Ojos en el Perú -creado en 1970-, ya perdió la cuenta de la cantidad de casos clínicos que han pasado por sus manos. Además, fundó el Departamento de Enfermedades Externas, Córnea y Cirugía Refractiva del Instituto Nacional de Oftalmología, el cual lleva su nombre desde el año pasado. Por tanto, comenta para Correo cuánto han evolucionado los procedimientos en esta rama de la Medicina.
«Hoy ya no se necesita poner puntos, porque la herida es tan pequeña que la mayoría de veces se cierra sola”
La catarata es la enfermedad más común en adultos mayores de 50 años. Háblenos de la evolución en su tratamiento… Cuando inicié en oftalmología, para operar una catarata había que abrir medio ojo y sacar la nubosidad -que es como una pepita- con una pinza. Se realizaba una herida de once milímetros alrededor del ojo. Hoy se procede con ultrasonido -que algunos lo llaman láser pero es una confusión- y la herida es de dos milímetros. Se introduce un tubo delgado -como si fuera la carga de un lapicero-, se deshace la catarata y se reemplaza el cristalino; este tubo entra enrollado y adentro se expande. Antes, todo esto era un riesgo; hoy se hace a ojos cerrados.
Y la recuperación posoperatoria se ha reducido… Definitivamente. Antes los pacientes que salían de una operación de cataratas estaban una semana en cama entre bolsas de arena para que no pudieran mover la cabeza.
¿Por qué? Porque la herida era grande y los puntos de sutura eran muy gruesos. Apenas se colocaba dos puntos de sutura y la cicatrización se llevaba por sí sola. Luego, la técnica mejoró debido a los delgados hilos que se usaban; y se lograba poner entre seis y siete puntos. Más adelante, las suturas se hacían con nylon. Hoy ya no se necesita poner puntos, porque la herida es tan pequeña que la mayoría de veces se cierra sola.
¿Cómo se funda el Banco de Ojos? Fui compañero en el colegio de Juan Velasco, hijo del general. Él se convirtió en arquitecto y yo estudié Medicina. Realicé estudios en Estados Unidos y cuando regresé tenía la idea de hacer un Banco de Ojos; así que conversé con el médico Contreras -un colega- para realizarlo en el hospital Santo Toribio. Para que se haga efectivo, coordiné con mi amigo de la infancia para que -por resolución- se funde un Banco de Ojos. Esto se logró durante el gobierno del general Velasco.
¿Cuánto se ha avanzado en los trasplantes oculares? Siempre hay un riesgo, porque estamos hablando de tejidos vivos y hay un hilo de rechazo. Un tema que dificultaba el procedimiento era la conservación de los ojos; es decir, si se quería hacer un trasplante tenía que ser en el mismo día, porque no había forma de conservar en buen estado las córneas. Hoy existen métodos para conservar las córneas y darle una segunda oportunidad al paciente. El ojo es tan complejo que un antiespasmódico puede causar glaucoma.
¿Cómo ocurre esto? En el caso del glaucoma, existen dos tipos: el crónico y el agudo. En el primer caso, es una enfermedad que se ve y tiene antecedentes familiares. Dentro del ojo, está el líquido intraocular, que alimenta los tejidos transparentes como la córnea y el cristalino. Ese líquido sale por unos poros que se encuentran entre la córnea y el iris; pero, si esto se obstruye, la presión del ojo aumenta, comprimiendo los vasos sanguíneos. Ese es el glaucoma del tipo crónico.
¿Y el agudo? Se suma a lo anterior, pero con un dolor terrible y nauseas; se ven luces como de arco iris. Si ese no se resuelve antes de las 48 horas, se pierde la vista. Una persona que tiene ese espacio muy estrecho, entre la córnea y el iris, puede tomarse Buscapina porque tuvo un cólico; y como acción secundaria este medicamento dilata la pupila y tapa la circulación ocular, causando un glaucoma agudo. Es un accidente mecánico; su ojo está funcionando perfectamente, se dilata la pupila y se cierra.
¿Esto le puede pasar a cualquier persona? No. Son personas que tienen ese espacio estrecho y eso se ve cuando una persona va al consultorio a medirse la vista. Se procede a una operación sencilla, donde se hace un piquete al iris para evitar que se produzca un glaucoma. Ahora con rayo láser es más sencillo; se pone una gotas de anestesia en el ojo y un lente especial que magnifica la potencia del rayo. Ese mismo día, el paciente se va a su casa y no le va a dar nunca más glaucoma.
Fuente: Diario Correo