“Donde quiera que se ame al arte de la medicina, se ama también a la humanidad”, es una de las reconocidas frases de Platón, la cual transmite la esencia central de esta profesión por velar por la salud y el bienestar de las personas. En el transcurso de los años, se ha demostrado el impulso de los extraordinarios cambios en la medicina, los cuales se resumen en un solo propósito, cuidar la salud de los pacientes y brindarles todos los recursos necesarios para extenderles una mejor calidad de vida.
Entre estos recursos, se encuentran la atención y la humanidad de los especialistas, quienes tienen la misión de confortar al paciente en todo momento y convertirse en instrumentos para aliviar la salud de los pacientes. Sin embargo, en algunos casos la calidad de atención hacia el paciente puede convertirse en el “talón de Aquiles” del profesional, cuando el compromiso y trato ético, no forman parte de sus principios, especialmente en la era tecnológica que vivimos.
Hoy presenciamos cambios tecnológicos en los procesos, en la adopción de equipos de vanguardia y demás. Ante el ingreso de estas innovaciones, que han proporcionado cambios internos y externos en los centros de salud, las necesidades de los pacientes son las mismas. Esta persona, busca recibir apoyo, ser atendido y percibir un buen trato para llevar su enfermedad. Recordemos que el estado emocional puede influir en la salud o incluso generar complicaciones en las enfermedades.
En ese sentido, es importante tener en cuenta que aun teniendo tecnología, es necesaria la relación médico-paciente. Por ello, es fundamental fusionar la esencia inicial de la medicina, que se basa en la convicción de sanar vidas humanas, con los descubrimientos tecnológicos para conseguir una fórmula perfecta en la calidad de atención de los pacientes. Volver a los orígenes de la medicina y orientarla hacia el paciente y a su familia es el camino correcto.
Finalmente, es necesario complementar la formación científica que se recibe en las entidades educativas con una formación humana, esta preparación también necesita ser calidad. De igual forma, el personal administrativo que labora en las entidades de salud, debe interiorizar esta cultura para ofrecer a los pacientes un trato humano y digno.